domingo, 11 de diciembre de 2016

‘Bendición celestial’



Aplico todo mi denuedo porque pretendo ser cordial, de la manera como mis manifestaciones habituales lo evidencian. Eres todo para mí: has entregado lo máximo de ti, para que mi existencia esté siendo efectiva, empezando por el sacrificio de la ‘pequeña muerte’ por la que me has declarado reembolso; has ‘sudado petróleo’ que has extraído tras arduas perforaciones, para convertirlo en mi ‘pozo de la dicha’, y yo, ¡con el disfrute de las regalías!, he estado apurando la ‘cicuta’ del huelgo; te he constituido en mi fetiche, y, ¿qué tiene de malo?, haberte hecho el objeto de mis devociones, es la secuela de la concomitancia: “tú para mí, yo para ti, así lo quiere Él…”; me has brindado más honestidad de la que, en algún momento pudiera imaginarme, y yo replico con igual diplomacia –nada muy al descubierto para guardarse de la envidia: quebrantahuesos de los esquemas–; has sido más verdad que el pan, sólo que el exceso de tu levadura me ha convertido en vegetación criptógama y de ello tiene la culpa… el aire de la bodega; en fin, nada que no pueda explicarse bajo la teoría genética; así que miro la luna, reconozco la lámina, pero tropiezo con el álbum incompleto: falta el cromo final, que abre la colección complementaria, en la que todo,  con la ‘bendición celestial’, habrá de ser una compilación total y diferente. Gracias, por no haber planteado impedimento, hubieras engendrado un ser-afín y eso riñe con las estructuras del mundo más humano.

“Toma mi vida, gózala, es tuya”, en la medida en que no te pertenece; con otro ‘director de orquesta’, seguiré ejecutando mi música, bajo las notaciones de mis partituras, sin dejarme intimidar por el número o ‘clase’ de espectadores; a ti, no te brindo el abono para disfrutar de mis conciertos y te advierto: ¡las localidades están agotadas!

  OMAR  CROSA

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