Perspectiva desde puna
Foto de: María Paula Giraldo Tabares
Busqué altura para analizar tu partida y constaté por
qué, nunca percibí tu proximidad y sí tu hábito para vivir de espaldas; los
espejos son brutalmente sinceros y, con tomar la distancia adecuada,
puntualizan los espejismos; nunca pretendí un ‘camino de rosas’, pero la senda
de cantos permanentes, sobre todo si han sido dispuestos para simular una vía estética,
no es la que fortalece el pie de amigo y menos la que estimula sondear horizontes.
Pretendiste involucrarme en tu mecanismo, pero le faltó aceite al gozne y los
pernos en el quicial de balsa de tu ser no soportaron el peso específico de las
alas de mi espíritu: soy mirador de cristales de roca y no terraza rústica
donde disfrutar de un recreo y menos terreno dónde escenificar combates; el campo
está abierto para que practiques a atrapar seres frágiles, de factura común;
porque los arquetipos, deberías saberlo, somos objetos de preservación y no
modelos de exhibición para jactancia y presunción. Con objetividad, no te estoy
devaluando; justiprecio tu naturaleza y condición y me satisfago con mi
perspectiva de puna: no hay nada de mayor valor que un mañana descodificado; contender con argumentos para vivir en paz, cohesiona más que argumentar desacuerdos
para vivir en guerra. ¡Yo sé: “no he de olvidarte nunca, pero te digo adiós”!
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