sábado, 15 de octubre de 2016

Cuadro al óleo




Es la imagen virtual que casi alumbra
flotando en los vapores de la mente
sobre las neuronas pervertidas;
es el retrato hendido por los años
que al fondo de la piel se vuelve estéril
para el pobre vigor de la incidencia
sobre la superficie facultada.
Todo se torna herrumbre, son los años
escaras que fastidian el concierto
del paisaje en el lienzo de la vida;
la trementina de los días, el lentisco,
no garantiza la pertinencia del pigmento
y el pincel del desvelo, desgastado,
contribuye al desastre inevitable
con torvas pinceladas que corroen.
Grietas en las paredes del cerebro
por donde la bioquímica se escapa
-hacia el teatro de las emociones-
cambian tonalidad al decorado
y hacen del cielo azul y el agua transparente
un solo lodo bruno doloroso
por recalar exhaustos los sentidos.
¡Ay, el óleo!
El cuadro se ha hecho mármol
con epígrafe de pigmentos en aceite quemado…
nada de lo dicho es hecho
y los hechos han sido concluidos.
¡Carnívoro el fantasma del remordimiento!

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