viernes, 21 de octubre de 2016

Sacramento de la pedofilia





Cuando te remangaste la sotana
para descabalgarme el pantalón…
por obra y gracia del Espíritu Santo
se me olvidó cantar y aprendí a masturbarme;
tu hábito quedó preñado de líquida lujuria
y ésta dispuesta en mí y sacralizada
por el rito iniciático de tu apostolado:
dirección espiritual que los santos
nos trasmiten y recuerdan con su ejemplo.


Con el tiempo yo observo al pederasta,
y a ti, de nueva fuente bendecido
para engendrar prosapia de crótalo…
¡La fatal impostura de las congregaciones!
Hoy eres la batuta de otros coros
que sueñan cantar bien aunque disuenen…

El legado pedófilo, sacramentado,
prolonga la necrofilia de las inocencias
ante el silencio cómplice de quienes se enteran.

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