Panorama en otoño
El
espíritu sigue teniendo alas, pero el cuerpo acusa las zancadas de los años:
los huesos han acumulado tiempo y las sínfisis, cuando articulan, revelan las
negligencias, con lamentos rechinantes para los que sólo hay un remedio:
aceitar, aceptando. Conforta el séquito, que modera el vigor de sus joviales
trancos y ejerce de álter ego concomitante, para las excursiones por alamedas
de la memoria sobre ramblas que llevan al malecón de la vida, para ojear el
álbum que acumula el ensueño: “lo que pudo haber sido y no fue…”
Allí estás, con ojos que anhelan: presencia que
perturba la soledad… aunque eres fotograma de un cortometraje rodado en una
playa donde todo transcurre sin atención al tiempo y en contrapunto con las
olas y los excursionistas; abrazas otro estado al que te unes para dejar que
vague la mirada en lontananza y que espumas calcen la huella detenida. No sé si
te reconoces en el encuadre del artista que filma, o si en un ímpetu de
protagonista, te enfrentarás al mar para singlar la desmesura, esta es la duda
que el tiempo ha convertido en hielo.
Espero, sobre las corroídas estructuras donde las
ilusiones marcan pausa, para contemplar el espectáculo, mientras dialogo con la
ausencia y concluyo: aunque no es bueno vivir en compañías tóxicas, bien
procesados, los venenos son susceptibles de transformar en antídoto; es cuando
la ponzoña cobra valor y la experiencia deja de generar lastre.
Mañana, podré enfilar el mismo itinerario y otros
serán los panoramas y, sin embargo, es trascendental, no me asediará tu sombra,
que habrán borrado las olas sobre la arena donde abandoné el ‘castillo’. El mar
ha sosegado mi nostalgia y su aire brinda vuelo a la milocha de mi libertad,
que emancipada de hilo remontará los murallones a los que pretendiste
confinarla; otros aires impelen y el espíritu se eleva en contra de tus
conjeturas.
- Omar Crosa
No hay comentarios:
Publicar un comentario